Hoy es el día mundial del Agua, ese recurso natural tan esencial y tan imprescindible para las necesidades básicas humanas que escasea en muchísimos países del mundo. La escasez de agua la sufren una de cada tres personas de nuestro planeta y se prevé que en una década serán dos tercios de la población. El tema de nuestro álbum ilustrado de hoy es precisamente éste; os lo contamos con “Mizu pastor de nubes”:
Arán es una ciudad imaginaria que podría ser cualquiera de nuestro planeta, un lugar bañado con polvo y arena, donde la lluvia hacía demasiado tiempo que no bañaba las calles de la ciudad. Aquí vive Mizu, un niño altruista y muy ingenioso al que le gustaba ayudar a los demás y crear pequeños inventos para conseguirlo.
Tiempo atrás Mizu había salvado a la rana Firtina y al perro Soun, que ahora vivían con él y con los cuales solía pasar tiempo asomados a la ventana anhelando alguna gota de agua. Un día Mizu encuentra un pajarillo sediento y débil que decide reanimar montándole dos alas nuevas con un abanico comprado en la tienda de antigüedades donde solía acudir.
Un día, como se anhelaba, por fin llegan las esperadas nubes y los hombres del pueblo, para que soltasen toda el agua posible, las atan con unas cadenas tan fuertes que les hacen daño. El resultado es que las nubes enfurecidas hacen saltar a los hombres por los aires, liberándose de las cadenas y alejándose de Arán. Pero para salvar la situación, intervienen Mizu y sus amigos, los cuales van agrupando las nubes como si fuesen un rebaño de ovejas. Las nubes, al ser tratadas con cariño, hacen finalmente caer gotas grandes y frescas de las que todo el pueblo se puede aprovechar.
Lo que más nos gusta de todo el cuento es seguramente la generosidad de Mizu,
cuya sensibilidad hacia quienes más están sufriendo la sequía hará despertar su imaginación para intentar ayudar a amigos malheridos y poniendo todo su ingenio para que el agua vuelva a mojar el pueblo entero. Aunque el cuento presenta una estructura clásica de peligro-intervención-desenlace feliz, el mérito de Bea y Silvia Gil está precisamente en esta sencillez de contenido que nos permite tomar conciencia sobre unos de los temas que mas afecta a nuestro entorno: la cada vez mayor escasez de agua.
Al final del libro aparece un mensaje fundamental: la importancia del cuidado. El cuidado entre las personas, el cuidado de las cosas y sobre todo del medio ambiente. En este caso las nubes desprendieron sus preciosas gotas de agua porque fueron tratadas con cuidado. Sin este cariño, sin este amor, sin esta atención, Mizu no hubiera conseguido el mismo resultado. Esta es la lección que da a los hombres, la enseñanza que nos transmite a todos. Este mismo cuidado aparece ya desde el principio del libro: está ahí cuando ayuda a sus compañeros de aventuras los animales, cuando observa la ciudad vigilándola con un aire melancólico, detallista y omnipresente (donde se hace un guiño claro a la obra de arte de El caminante sobre el mar de nubes (Der Wanderer über dem Nebelmeer) de Caspar David Friedrich), en el momento de entrar en acción, en cómo va abriendo despacio su gabardina… El cuidado es el mensaje positivo que nos transmite el libro, que hace que interviniendo de forma sensible se consigue que se arreglen los problemas.
Las ilustraciones, de las mismas Bea y Silvia Gil, juegan mucho con el contraste entre colores (pastel claro) y blancos y negros, para evidenciar la sequía de la ciudad y para subrayar la diferencia entre algo que está muerto, sin vida, apagado, como todo el que necesita agua y no la tiene, y quienes están vivos porque tienen esperanza y fe de que las cosas mejoren.
Leyendo este cuento enseguida me vino a la mente un corto boliviano que vi hace tiempo, “La abuela grillo” donde se trata el mismo tema y donde la abuela se convierte en un pozo de sabiduría para cuidar un bien tan precioso como el agua. Ella se sacrifica para salvar su pueblo de unos “malos” (representando a las multinacionales) que en este caso son los que quieren robar el agua al pueblo, privatizándola y convirtiéndola en un bien para pocos. Seguramente el corto es muy duro, apto para niños más mayores y que estén acompañados, pero tanto el libro como el corto, nos sensibilizan hacia un problema grave, enorme y muy serio. Bien por el avanzado cambio climático o bien el inminente peligro de la privatización de este bien, si no actuamos ponemos en riesgo el planeta entero. ¿Y qué mejor manera para sensibilizar ya desde edad temprana, que transmitiendo estos valores, leyéndoles un cuento o enseñándoles un corto?